sordo eco
(para LPDT)
Qué extraño es el destino del hombre en cuanto es su misión entregarse por completo a eso que llaman amor (una simplificación más, una metáfora), eso que es tan intangible y necesario como el aire, tan dueño de su destino como un ave, tan espantoso como un grillete que nos recuerda a cada hora que somos uno y estamos solos.
Es extraño porque se puede materializar en esos objetos raros que coleccionamos. En mi caso puedo hablar de los sobres de azúcar que no han endulzado los cafés que he compartido con mujeres que ya no están, envoltorios de caramelos, boletos a lugares recónditos, un puñado de cartas, decenas de correos electrónicos conservados con el riguroso orden de las secretarias eficientes. Y eso porque soy pobre y no tengo el dinero para regalarme los perfumes de esas mujeres y entregarlos a su destino de contemplación olfativa, a esparcirlos por el aire simulando que la ausencia es momentánea, reproduciendo las huellas que alguna vez dejaron. Y eso que es pésima mi caligrafía y exiguos mis dotes de copista que sino redactaría las cartas que deseo, las que nunca me enviaron, las que pensaron y no se atrevieron. Sí, tengo para mí, que todo enamorado que se precie, o al menos siento que me pasa casi siempre, sabe lo que su amor piensa y no se anima a decir y disfruta ejerciendo la tortura mayéutica de empujarlo a que confiese la que ya sabemos de sobra pero que en su boca será mejor que el abracadabra, ábrete sésamo.
Es extraño, lo repito, porque algunas veces ese amor sagrado que se multiplica en formas extrañas, que sólo visita en palabras la mente de los poetas (ay, si todo lo que se sueña se pudiese traducir a estos signos menesterosos), a veces cobra vida en esos seres indefensos y sabios de no saber nada, con montañas que aprender y apenas una página en blanco que olvidar, que tienen la infausta misión de continuarnos en la obra inconclusa, compartirnos, sucedernos pero antes empujarnos a ser mejores y por último enterrarnos, cumpliendo el amargo derrotero que nos ha tocado, sordo eco de la víscera y la memoria.