blog y trabajo
Ando extraño.
Por segunda vez desde que tengo este espacio me han ofertado dedicarme a escribir un poco más seriamente mis misceláneas y eso me provoca un malestar parecido al desconcierto.
Me gusta escribir pero odio los límites, no es lo mío cumplir horarios, ser responsable, políticamente correcto... Durante más de diez años no he hecho más que defraudar las crecientes expectativas que otra gente depositó en mí.
Y sin embargo acá estoy. Ante el primer ofrecimiento dije que no. Se trataba de un trabajo como creativo publicitario free lance. Esta vez preferí aceptar. Supongo que una tarea más vinculada al periodismo tiene un poco más que ver conmigo.
De algún modo esto importa para mí el animarme a superar mis propios límites. Lo tengo en claro porque hace varios años también que detesto cada una de las cosas que he hecho en los ámbitos laborales que he frecuentado. Con responsabilidades, personal, cuentas bancarias, bienes a cargo; sin responsabilidades, con los pies sobre el escritorio, cebando mates o buscando en internet algo interesante para leer. Hasta aquí ha sido todo exactamente lo mismo.
Hoy escuché en la radio a un general de la Nación decir varias cosas lamentables. Es un lugar común argentino decir que de los cuarteles nunca ha salido ningún genio. Sin embargo, este bicho dijo algo interesante: la diferencia entre trabajo y profesión. No recuerdo con precisión que es lo que dijo y por eso no lo transcribo, pero me sentí cabalmente representado.
Inconcientemente, sé que todos estos años anduve buscando una oportunidad de este tipo, pero la mala costumbre de auto-boicotear mis propios planes, me disparaban hasta una redacción de diario, escribiendo las noticias policiales. Triste, pero realista final.
Estoy contento. Hay gente que no me conoce que sigue creyendo en mí y tantas veces yo fui el primero en dejar de creer en mí.
Si esto se concreta, mi columna semanal será publicada en otro blog que armé hoy mismo. Eso fue fácil. Lo difícil fue estar varias horas sentado tratando de descubrir alguna intrascendencia (desde la óptica de los medios de comunicación), relacionada con mi querida patagonia, que la pintara con pincel desenfadado.
Escribir como trabajo se me hace que es bastante feo. Hoy, un poco, lo sentí en mis propios huesos. La vocación se desliza, no puedo refutarlo, por carriles quizá poco amables, pero que al cabo de recorrerlos nos deparan una recompensa más valiosa que el mayor salario del mundo.